A contra de todas nuestras ideologías acerca de ésta fiesta en particular, alrededor de las 2am, en la cola del lugar, no paraba de llegar gente, mayoritariamente menores de 18, edad típica para ir a cuantas fiestas de egresados se presente.
Adentro como lo supusimos, alcohol no se vendía y nuestra sobriedad hacía la noche más propensa a la monotonía de música de boliche (cumbia, rock, hits) que a algo más que bueno.
Los chicos que acababan de volver de bariloche, saltaban al compás de temas electrónicos, y la fiesta parecía haber empezado.
Toda la noche fue escuchar temas hiteros (muy buenos por cierto), música electrónica por demás aceptable hasta que un punto de inflexión fue el detonante de la alegría. Una barra en la punta, se habilitaba para los mayores de edad y la venta de alcohol ya era permitida a troche y moche.
Gracias a unos campesinos que nos invitaron varios tragos, la "alegría" ya estaba en nuestra sangre, y todo se hacía color rosa y pocas panteras habitan en capital federal.
La fiesta fue muy divertida, gente entre 17 y 19 años como suelen pasar en las fiestas de egresados, el alcohol fue indispensable como nos suele ocurrir, pero, lamentablemente y afortunadamente, nuestras mentes estaban puestas en el Oktober Fest, en uno de los mejores eventos del país.
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